miércoles, 23 de septiembre de 2015

Plan de Ayala (Emiliano Zapata 1911)


Plan de Ayala
Plan libertador de los hijos del Estado de Morelos, afiliados al Ejército
Insurgente que defiende el cumplimiento del Plan de San Luis, con las
reformas que ha creído convenientemente aumentar en beneficio de la
Patria Mexicana.
Los que suscribimos, constituidos en Junta Revolucionaria para
sostener y llevar a cabo las promesas que hizo al país la Revolución
de 20 de noviembre de 1910, próximo pasado, declaramos
solemnemente ante la faz del mundo civilizado que nos juzga y ante la
Nación a que pertenecemos y amamos, los propósitos que hemos
formulado para acabar con la tiranía que nos oprime y redimir a la
Patria de las dictaduras que se nos imponen las cuales quedan
determinadas en el siguiente Plan:
1º Teniendo en consideración que el pueblo mexicano,
acaudillado por don Francisco I. Madero, fue a derramar su sangre
para reconquistar libertades y reivindicar derechos conculcados, y no
para que un hombre se adueñara del poder, violando los sagrados
principios que juró defender bajo el lema de “Sufragio Efectivo y No
Reelección”, ultrajando así la fe, la causa, la justicia y las libertades del
pueblo; teniendo en consideración que ese hombre a que nos
referimos es don Francisco I. Madero, el mismo que inició la precitada
Revolución, el que impuso por norma gobernativa su voluntad e
influencia al Gobierno Provisional del ex Presidente de la Republica
licenciado Francisco L. de la Barra, causando con este hecho
reiterados derramamientos de sangre y multiplicadas desgracias a la
Patria de una manera solapada y ridícula, no teniendo otras miras, que
satisfacer sus ambiciones personales, sus desmedidos instintos de
tirano y su profundo desacato al cumplimiento de las leyes
preexistentes emanadas del inmortal Código de 57, escrito con la
sangre revolucionaria de Ayutla.

Teniendo en cuenta el llamado Jefe de Revolución Libertadora de
México don Francisco I. Madero, por falta de entereza y debilidad
suma, no llevó a feliz término la Revolución que gloriosamente inició
con el apoyo de Dios y del pueblo, puesto que dejó en pie la mayoría
de los poderes gubernativos y elementos del Gobierno dictatorial de
Porfirio Díaz, que son ni pueden ser en manera alguna la
representación de la Soberanía Nacional, y que, por ser acérrimos
adversarios nuestros y de los principios que hasta hoy defendemos,
están provocándole malestar del país y abriendo nuevas heridas al
seno de la Patria para darle a beber su propia sangre; teniendo
también en cuenta que el supradicho señor don Francisco I. Maderos,
actual presidente de la Republica, trata de aludirse del cumplimiento
de las promesas que hizo a la Nación en el Plan de San Luis Potosí,
siendo las precitadas promesas postergadas a los convenios de
Ciudad Juárez; ya nulificando, persiguiendo, encarcelando o matando
a los elementos revolucionarios que les ayudaron a que ocupara el
alto puesto de Presidente de la República, por medio de las falsas
promesas y numerosas intrigas a la Nación.
Teniendo en consideración que el tantas veces repetido Francisco I.
Madero, ha tratado de acallar con la fuerza bruta de las bayonetas y
de ahogar en sangre a los pueblos que le piden, solicitan o exigen el
cumplimiento de las promesas de la Revolución, llamándoles bandidos
y rebeldes,  condenándolos a una guerra de exterminio, sin conceder
ni otorgar ningunas de las garantías que prescribe la razón, la justicia
y la ley; teniendo igualmente en consideración que el Presidente de la
Republica Francisco I. Madero, ha hecho del Sufragio Efectivo una
sangrienta burla al pueblo, ya imponiendo contra la voluntad del
mismo pueblo, en la Vicepresidencia de la Republica, al licenciado
José Maria Pino Suárez, o ya a los gobernadores de los Estados,
designados por él, como el llamado general Ambrosio Figueroa,
verdugo y tirano del pueblo de Morelos; ya entrando en contubernio
escandaloso con el partido científico, hacendados-feudales y caciques
opresores, enemigos de la Revolución proclamada por él, a fin de
forjar nuevas cadenas y seguir el molde de una nueva dictadura más
oprobiosa y más terrible que la de Porfirio Díaz; pues ha sido claro y
patente que a ultrajado la soberanía de los Estados, conculcando las
leyes sin ningún respeto a vida ni intereses, como ha sucedido en el
Estado de Morelos y otros conduciéndonos a la más horrorosa
anarquía que registra la historia contemporánea.

Por estas consideraciones declaramos al susodichos Francisco I.
Madero, inepto para realizar las promesas de la revolución de que fue
autor, por haber traicionado los principios con los cuales burlo la
voluntad del pueblo y pudo escalar el poder; incapaz para gobernar y
por no tener ningún respeto a la ley y la justicia de los pueblos, y
traidor a la Patria, por estar a sangre y fuego humillando a los
mexicanos que desean libertades, a fin de complacer a los científicos,
hacendados y caciques que nos esclavizan y desde hoy comenzamos
a continuar la Revolución principiada por él, hasta conseguir el
derrocamiento de los poderes dictatoriales que existen.
2º Se desconoce como Jefe de la Revolución al señor Francisco
I. Madero y como Presidente de la Republica, por las razones que
antes se expresan, procurándose el derrocamiento de este
funcionario.
3º Se reconoce como jefe de la Revolución Libertadora al C.
General Pascual Orozco, segundo del caudillo, don Francisco I.
Madero, y en caso de que no acepte este delicado puesto, se
reconocerá como jefe de la Republica al C. General don Emilio
Zapata.
4º La Junta Revolucionaria del Estado de Morelos manifiesta a la
Nación, bajo formal protesta, que hace suyo el Plan de San Luis
Potosí, con las adiciones que a continuaciones expresan en beneficio
de los pueblos oprimidos, y se hará defensora de los principios que
defienden hasta vencer o morir.
5º La Revolucionaria del Estado de Morelos no admitirá
transacciones ni componendas hasta no conseguir el derrocamiento
de los elementos dictatoriales de Porfirio Díaz y de Francisco I.
Madero, pues la Nación está cansada de hombres falsos y traidores
que hacen promesas como libertadores y al llegar al poder, se olvidan
de ellas y se constituyen en tiranos.
6º Como parte adicional del Plan que invocamos, hacemos
constar: que los terrenos, montes y aguas que hayan usurpado los
hacendados, científicos o caciques a la sombra de la justicia venal,
entrarán en posesión de esos bienes inmuebles desde luego, los
pueblos o ciudadanos que tengan sus títulos, correspondientes a esas
propiedades, de las cuales han sido despojados por mala fe de
nuestros opresores, manteniendo a todo trance, con las armas en las
manos, la mencionado posesión, y los usurpadores que se consideren
con derecho a ellos lo deducirán ante los tribunales especiales que se
establezcan al triunfo de la Revolución.
7º En virtud de la inmensa mayoría de los pueblos y ciudadanos
mexicanos no son mas dueños que del terreno que pisan sin poder
mejorar en nada su condición social ni poder dedicarse a la industria o
la agricultura, por estar monopolizadas en unas cuantas manos, las
tierras, montes y aguas; por esta causa, se expropiarán, previa
indemnización, de la tercera parte de esos monopolios, a los
poderosos propietarios de ellos, a fin de que los pueblos y ciudadanos
Mexicanos, obtengan ejidos, colonias, fondos legales para pueblos o
campos de sembradura o de labor y se mejore en todo y para todo la
falta de prosperidad y bienestar de los mexicanos.
8º Los hacendados, científicos o caciques que se opongan
directa o indirectamente al presente Plan, se nacionalizarán sus
bienes y las dos terceras partes que a ellos correspondan, se
destinarán para indemnizaciones de guerra, pensiones de viuda y
huérfanos de las victimas que sucumban en la lucha del presente
Plan.
9º Para ejecutar los procedimientos respecto a los bienes antes
mencionados, se aplicaran las leyes de desamortización y
nacionalización, según le convenga, pues de norma y ejemplo, pueden
servir las puestas en vigor por el inmortal Juárez a los bienes
eclesiásticos, que escarmentaron a los déspotas y conservadores que
en todo tiempo han querido imponernos el yugo ignominioso de la
opresión y el retroceso.
10º Los jefes militares insurgentes de la Republica que se
levantaron con las armas en las manos a la voz de don Francisco I.
Madero, para defender al Plan de San Luis Potosí y que se opongan
con fuerza al presente Plan, se juzgarán traidores a la causa que
defendieron y a la patria, puesto que en la actualidad muchos de ellos
por complacer a los tiranos, por un puñado de monedas o por
cohechos o soborno, están derramando la sangre de sus hermanos
que reclaman el cumplimiento de las promesas que hizo a la nación
don Francisco I. Maderos.
11º Los gastos de guerra serán tomados conforme al articulo XI
del Plan de San Luis Potosí, y todos los procedimientos empleados en
la Revolución que emprendemos, serán conformes a las instrucciones
mismas que determina el mencionado Plan.
12º Una vez triunfante la Revolución que llevamos a la vía de la
realidad, una junta de los principales jefes revolucionarios de los
diferentes Estados, nombrará o designará un Presidente interino de la
República, que convocará a elecciones para la organización de los
poderes federales.
13º Los principales jefes revolucionarios de cada Estado, en
junta, designarán al gobernador del Estado a que correspondan, y este
elevado funcionario, convocará a elecciones para la debida
organización de los poderes públicos, con el objeto de evitar
consignas forzosas que labren la desdicha de los pueblos, como la
conocida consigna de Ambrosio Figueroa en el Estado de Morelos y
otros, que nos condenan al principio de conflictos sangrientos
sostenidos por el dictador Madero y el circulo de científicos
hacendados que lo han sugestionado.
14º Si el Presidente Madero y demás elemento dictatoriales del
actual y antiguo régimen, desean evitar las inmensas desgracias que
afligen a la patria, y poseen verdadero sentimiento de amor hacia ella,
que hagan inmediata renuncia de los puestos que ocupan y con eso,
en algo restañaran las graves heridas que han abierto al seno de la
patria, pues de no hacerlo así, sobre sus cabezas caerán la sangre y
anatema de nuestros hermanos.
15º Mexicanos: considerad que la astucia y mala fe de un
hombre está derramando sangre de una manera escandalosa, por ser
incapaz para gobernar; considerad que su sistema de Gobierno está
agarrotando a la patria y hollando con la fuerza bruta de las bayonetas
nuestras instituciones; y así como nuestras armas las levantamos para
elevarlo al poder, las volvemos contra él por faltar a sus compromisos
con el pueblo mexicano y haber traicionado la Revolución iniciada por
él; no somos personalistas, ¡somos partidarios de los principios y no
de los hombres!
Pueblo mexicano, apoyad con las armas en las manos este Plan y
haréis la prosperidad y bienestar de la patria.

Libertad, Justicia y Ley. Ayala, Estado de Morelos, noviembre 25 de
1911.


General en jefe, Emiliano Zapata, rúbrica. Generales: Eufemio Zapata,
Francisco Mendoza, Jesús Navarro, Otilio E. Montaño, José Trinidad
Ruiz, Próculo Capistrán, rúbricas. Coroneles: Pioquinto Galis, Felipe
Vaquero, Cesáreo Burgos, Quitín González, Pedro Salazar, Simón
Rojas, Emigdio Marmolejo, José Campos, Felipe Tijera, Rafael
Sánchez, José Pérez, Santiago Aguilar, Margarito Martínez, Feliciano
Domínguez, Manuel Vergara, Cruz Salazar, Lauro Sánchez, Amador
Salazar, Lorenzo Vázquez, Catarino Perdomo, Jesús Sánchez,
Domingo Romero, Zacarías Torres, Bonifacio García, Daniel Andrade,
Ponciano Domínguez, Jesús Capistrán, rúbricas. Capitanes: Daniel
Mantilla, José M. Carrillo, Francisco Alarcón, Severiano Gutiérrez,
rúbricas, y siguen más firmas.
                           

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